Destacar la labor de las mujeres de etnias nativas es el objetivo del Día Internacional de la Mujer Indígena, que se celebra cada 5 de setiembre para recordar el importante trabajo de, por ejemplo, las artesanas del milenario arte del telar de cintura del Bajo Urubamba y las traductoras de las lenguas yine y matsigenka en Cusco, que logran salir adelante y preservan su herencia cultural gracias al apoyo de Camisea.

Según María-Noel Vaeza, directora regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, el liderazgo de las mujeres indígenas a nivel global “es clave para alcanzar el desarrollo sostenible, la justicia y la prosperidad de nuestras sociedades”. Las mujeres indígenas han sido parte muy importante en las luchas de sus pueblos y son reconocidas como garantes de la cultura.

Es el caso de un grupo de 140 maestras del Bajo Urubamba que preservan el arte del telar de cintura de generación en generación, y gracias al Programa de Apoyo al Desarrollo de la Artesanía Matsiguenga – Yine, que financió Camisea con una inversión de S/ 784 mil soles en los últimos años, se logró mejoras en la calidad de vida de sus familias y oportunidades para sus comunidades.

Estas mujeres emprendedoras de la selva cusqueña salvaguardan y promueven las culturas amazónicas milenarias. Ellas elaboran carteras, manteles, entre otros productos, con temáticas de sus etnias yine y matsigenka. Por eso, el Congreso de la República les entregó un reconocimiento por su trabajo en el 2019. 

“Yo misma aprendí a tejer, por curiosidad, mirando. La cushma (vestimenta o túnica) representa el carácter de la persona. Esto no es solo un tejido, es nuestra herencia”, sostiene Teresa Sebastián, una de las maestras artesanas yine que preservan el arte de sus pueblos originarios. 

Pero si preservar el arte del telar de cintura es meritorio, salvaguardar la lengua es fundamental para proteger la cultura de las etnias nativas, y las mujeres juegan un papel prioritario en sus familias y sus comunidades para derribar múltiples obstáculos, como el acceso a la educación. Es por eso que la labor de Rittma Urquía, traductora de la lengua yine, se hace más importante.

“Si no existieran los traductores quizá no se difundirían los dialectos indígenas”, afirma Rittma Urquía, natural de Miaría, una comunidad yine ubicada a orillas del río Urubamba, en Cusco. Para ella, el intérprete nativo es importante porque se encarga de la transmisión de una cultura. 

En su afán de llevar la cultura indígena a más niños, no solo del Bajo Urubamba sino de todo el Perú, Rittma Urquía colaboró con la edición del “Libro de nuestra selva”, una colección de cuatro cuentos bilingües, escritos en lenguas yine y matsigenka y traducidos al castellano, que fue editado por Pluspetrol, operador de Camisea, con el objetivo de preservar historias de etnias nativas del Cusco que durante cientos de años solo fueron transmitidas de forma oral. 

“No es fácil ser traductor. Nuestra cosmovisión no es igual que la de occidente, y es difícil interpretar un mensaje”, explicó Rittma Urquía, quien al igual que Teresa Sebastián, saben que su labor como mujeres indígenas es fundamental para preservar el legado de sus pueblos originarios y crear oportunidades para más niñas y sus comunidades.